viernes, 27 de febrero de 2015

Leonardo y los elefantes

Leonardo da Vinci era un hombre polifacético que quería saberlo todo y resolverlo todo. A pesar de ello, en ocasiones se equivocó al fiarse excesivamente de los clásicos.
En uno de sus apuntes escribe lo siguiente sobre los elefantes: «El gran elefante tiene por naturaleza aquello que raramente se encuentra en los hombres; esto es, probidad, prudencia, equidad y observancia de la religión; por ello, cuando hay luna llena, van al río y allí, purgándose, solemnemente se lavan, y así, saludado el planeta, vuelven a la selva. Y cuando están enfermos, se ponen de espaldas sobre la hierba mirando el cielo, como si se quisieran purificar». El escrito continúa enumerando otras nobles particularidades del paquidermo; por ejemplo: «teme y huye de las huellas de los hombres, pero si encuentra un hombre perdido en la selva lo acompaña hasta el camino, no combate nunca contra las mujeres ni asalta animales que sean menos potentes que él, deja pasar los rebaños y sólo parece que odie a los cerdos, los ratones y los dragones, pero su bondad es tanta que ni siquiera daña a éstos si no es provocado», lo que, naturalmente, sucede sólo con el dragón.
De todas estas virtudes del elefante, la más curiosa y sugestiva es, indiscutiblemente, la que se refiere a la religión. Leonardo debió de copiar esta noticia de los escritores antiguos, quizá de Plinio, que habla extensamente de los elefantes en su Historia Natural, en donde dice: «La inteligencia de los elefantes es tan grande que llega al punto de comprender una religión diferente a la suya; cuando deben atravesar el mar, se niegan a subir a las naves si los marineros no juran que los volverán a su país».
Imágenes y fuentes:
http://thisisnthappiness.com/
Un argumentum ad verecundiam, argumento de autoridad o magister dixit es una forma de falacia. Consiste en defender algo como verdadero porque quien es citado en el argumento tiene autoridad en la materia.

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